Las articulaciones de nuestro cuerpo, que nos permiten el movimiento y el desplazamiento, están formadas por las extremidades de los huesos y recubiertas de cartílago. Están reforzadas por lo que conocemos como ligamentos y movidas por los músculos.
Son verdaderas maravillas mecánicas que precisan, como todo nuestro organismo, de un adecuado mantenimiento y que están también sometidas a un proceso natural de desgaste y envejecimiento.
El ejercicio habitual mantiene en buen estado las articulaciones, permitiendo un buen tono de los músculos que las mueven y una adecuada nutrición del cartílago que forma sus superficies.
Por contra, su falta de uso, el sedentarismo, la sobrecarga de peso que suele conllevar, una inadecuada utilización, o determinadas enfermedades que interfieren su buen funcionamiento, nos llevan a un proceso gradual de deterioro, acentuando y adelantando el normal de la propia evolución.
Existe un deporte y una forma de realizarlo para cada edad, pero precisan un hábito de hacerlo, un buen calentamiento previo y el no pasar de sus posibilidades reales, para mantener un estado óptimo de las articulaciones y de nuestro organismo en general.
Aun así, de forma accidental, en nuestra actividad diaria o en la práctica de ejercicios, se pueden producir lesiones que afecten a su funcionamiento, siendo los esguinces y las contracturas, unas de las lesiones más frecuentes.
Esguinces.
Los esguinces se producen cuando un movimiento, más allá del normal de una articulación, vence la resistencia de los ligamentos que la refuerzan, y producen una lesión en ellos.
Éstas pueden ser mínimas, distensión, o aumentando su gravedad según la intensidad del traumatismo, producir una rotura parcial del ligamento, una rotura completa, e incluso un arrancamiento de su anclaje en el hueso, con un fragmento de este.
Las lesiones parciales, es decir la distensión o la pequeña rotura parcial, son con mucho las más frecuentes afortunadamente, pero producen un cuadro de dolor, inflamación, y, un cierto grado de incapacidad funcional de la articulación. En el caso de lesiones completas del ligamento, la sintomatología es mucho más llamativa y requerirá la asistencia de un Especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología y, en muchos casos, una reparación quirúrgica, a valorar por él.
Estas lesiones son frecuentes en articulaciones como el tobillo, la rodilla, o la muñeca, pero pueden producirse en cualquiera de las de nuestro organismo y precisan un tratamiento inmediato con frío (hielo envuelto en una toalla, por ejemplo), elevación del miembro afecto, reposo y un vendaje de la articulación, tratamiento que podemos recordar con las siglas F.E.R.I. (frío, elevación, reposo e inmovilización). Si la sintomatología persiste y no cede con estas pautas, se acudirá al especialista.
Contracturas.
Los músculos que mueven nuestras articulaciones, lo hacen merced a un complejo mecanismo bioquímico, que facilita la contracción y la posterior relajación de ellos, gastando una energía y realizando así su función motora.
Ahora bien, en muchas ocasiones actúan en circunstancias desfavorables, como malas posturas sostenidas en el trabajo o en la casa, esfuerzos laborales o deportivos sin previo calentamiento, enfriamientos rápidos después del ejercicio, traumatismos o estados de fatiga física, dando lugar a lo que conocemos como «contractura», es decir un estado en el cual no se produce una relajación completa del músculo, que cuando es aguda se presenta de forma súbita, siendo sumamente dolorosa, conocida vulgarmente como «calambre» y cuando es de forma crónica, se transforma en una permanente molestia, que lleva a una preocupación seria del paciente incluso con una afectación psíquica, que termina empeorando el cuadro.
Las contracturas se producen con frecuencia realizando las tareas del hogar.
El primer caso es frecuente en deportistas en momentos de sobre esfuerzo, mientras que la forma crónica es sumamente común en profesiones como secretarias, amas de casa, o personas sometidas a fuertes tensiones psíquicas, mal endémico en la vida moderna.
En cualquier caso, el diagnóstico definitivo y su tratamiento será realizado por el Especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología, pero podemos dar unas normas generales, que alivien la sintomatología o eviten su aparición:
- Realizar siempre un calentamiento progresivo y adecuado antes de cualquier ejercicio físico o deporte.
- Sentarse correctamente en casa y en el trabajo.
- No llevar pesos excesivos y cuando lo haga, hacerlo correctamente.
- Descansar adecuadamente y el tiempo necesario.
Son algunas reglas que le ayudarán a evitar las contracturas.
El calor aplicado localmente, mediante duchas calientes, paños o mantas eléctricas, y el reposo, le ayudarán en los primeros momentos, los buenos hábitos laborales y posturales, evitarán también su aparición, y un tratamiento adecuado de su Especialista, le resolverán el problema.