Las fracturas de meseta tibial son consecuencia de traumatismos de alta energía en pacientes jóvenes y de mediana edad.
Son lesiones graves que pueden conducir a secuelas incapacitantes tributarias de nuevas cirugías.
En ocasiones asocian gran conminución ósea y grave afectación de los tejidos blandos, haciendo necesaria una primera cirugía de urgencia para el control de daños mediante la fijación externa y constituyendo un reto quirúrgico para el traumatólogo a la hora de la osteosíntesis definitiva.
El abordaje quirúrgico de Frosch es una buena alternativa en aquellos casos en los que existe un importante desplazamiento y conminución de la columna posteroexterna. Permite, tras la disección y protección del nervio peroneo común, acceder a la fractura a través de una ventana posterior ( para la reducción, aporte de injerto óseo y colocación de una placa de soporte) y otra ventana anterior (para la artrotomía submeniscal externa, la reducción de la superficie articular, la reparación del menisco externo y la colocación de una placa específica larga).