Esta mañana entro en mi quirófano y a solas pienso: ¿cómo debe ser operar sin todo esto, operar sin lo fundamental, operar en guerra? ¿Qué se pasará por tu cabeza al intentar mejorar o salvar la vida de otros temiendo a cada minuto por la tuya propia? ¿Realmente te da tiempo o te atreves a pensarlo?
Y, por otro lado, ¿Quién puede bombardear un hospital? ¿Y un hospital infantil? ¿Puede haber algo más ruín para el ser humano?
Desde aquí queremos expresar nuestro más profundo rechazo a la guerra, nuestro apoyo al pueblo ucraniano y nuestro más sincero reconocimiento y admiración por todos los profesionales sanitarios (y no sanitarios) que se encuentran allí en primera línea dando lo mejor de sí. Sois un ejemplo y un orgullo para esta profesión.