Las lesiones del tobillo y el pie han experimentado un aumento significativo en las últimas décadas, posiblemente, en relación con sus mecanismos de producción. Los accidentes de tráfico, sobre todo de motocicletas, los accidentes laborales y los traumatismos durante la práctica deportiva son muy frecuentes, y todos ellos pueden provocar lesiones del pie y el tobillo.
Por otro lado, determinados grupos de pacientes, como pueden ser los de edad avanzada, con una calidad ósea deficiente, o los pacientes con patologías de base, como puede ser la diabetes o las artritis inflamatorias, presentan un mayor riesgo de desarrollar complicaciones después de lesiones relativamente simples.
Todo ello hace que cada vez, y con mayor frecuencia, nos encontremos con problemas en el tobillo y el pie que ocasionan alteraciones en la funcionalidad articular que pueden provocar importantes trastornos en la vida del paciente. Y todo esto se ve todavía más incrementado si tenemos en cuenta que estas articulaciones deben realizar la marcha y soportar el peso del individuo.
Además de los traumatismos, factores constitucionales y ambientales ,como el tipo de calzado, están detrás de otras tantas patologías del pie como la fascitis plantar (muy frecuente en los runners), las metatarsalgias o el hallux valgus (juanetes), patología esta que afecta a más del 30% de la población mayor de 25 años, especialmente a las mujeres, y por la cual son intervenidas al año alrededor de 5000 personas en España.